Actúan como imán de ventas. Te contamos qué son los precios psicológicos y las mejores estrategias para incluirlos en tu negocio.
¿Qué son los precios psicológicos?
¿Alguna vez has salido de una tienda comprando más de lo que pensabas? Es más que probable que hayas caído en la estrategia de los precios psicológicos. Son prácticas comerciales basadas en la teoría de que determinados precios tienen un impacto directo en las decisiones de compra. Veamos cuáles son las más habituales.
Cómo crear una estrategia de precios psicológicos
Evita los números enteros: es la técnica más extendida y consiste en usar dígitos que provoquen en el cliente una percepción de reducción respecto del precio normal. Si rebajas un producto a 4.90, siempre obtendrás mejores resultados que si lo fijas a 5 euros.
Diferencia el coste de los gastos de envío: es muy importante reflejar este aspecto de tu tienda online por separado, ya que de lo contrario el cliente puede llegar a sentirse engañado.
Divide el coste total: esta estrategia es muy práctica en productos de precio elevado, ya que te permite la posibilidad de ofrecer opciones de financiación. Por ejemplo, no es lo mismo ofrecer un viaje a Maldivas por 12.500 euros que la opción de realizar el pago en cinco cómodos plazos de 2.500 euros mensuales.
Establece precios fijos por periodos: esta estrategia es muy utilizada por servicios de streaming como Spotify o Netflix. Consiste en proponer una cuota de precio baja pero de forma recurrente cada mes. El bajo coste suscita en el cliente la sensación de pagar menos sin renunciar a un servicio.
Destaca los descuentos: es importante destacar los descuentos para que el consumidor sea consciente del ahorro que supone. Si un cliente asimila la rebaja, entenderá el beneficio de comprar determinado producto y lo hará ipso facto. Esta técnica es especialmente útil a la hora de diferenciarte de la competencia.
Recompensa a tus clientes: una de las opciones más novedosas a la hora de jugar con los precios psicológicos no consiste en reducir el precio, sino en devolver parte del importe de compra. Esta fórmula funciona muy bien para fidelizar clientes, que quedarán fascinados por el hecho de comprar un producto… ¡y que les devuelvan dinero!
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